¡Benditos pueblos! Desde hace años intento ir en
verano, aunque sea un fin de semana, al precioso pueblo de mi abuela, Navardún.
Es cierto que cuando era más pequeña soñaba con ese mes de agosto en el que me
pasaba todo el día en la calle y disfrutábamos jugando al escondite. Las cosas
cambian y nos hacemos mayores, pero las amistades que se hicieron en ese
momento entre piscina y porche perduran. Gracias a eso, hace casi dos semanas
asistí a una boda increíble. La novia, amiga desde que yo tengo catorce años,
estaba guapísima. Y no podía dejar pasar la ocasión de postear sobre este magnífico
evento donde disfrute como una niña pequeña.
La ceremonia fue en Irún, y el convite
en Fuenterrabia. No pudo hacer mejor tiempo y el sitio era precioso. Últimamente
la idea de casarme, aparte de lejana, no me convence demasiado, eso sí, si
algún día este "milagro" sucede tengo clarísimo que será en el
norte.
Para la ocasión lucí un vestido de
Miriam Ocariz rosa palo con efecto glitter, zapatos de Bimba&Lola (me
sorprendió que aguantara más de seis horas con ellos) y un bolso bicolor tipo
cofre de Princess.
El banquete fue sublime y el baile no os
quiero ni contar. No paré de moverme ni un segundo, "La mayonesa",
"Coyete Dax" y algún reggetoneo impedían que mis pies pararan. Cuando
me iba a sentar sonaba una canción que me hacía coger fuerzas para seguir. No
paré de reírme en todo el día, la mesa en la que estuve (pese a no conocer bien
a nadie) me hizo sentir como si fuera una más. Tal es así que volví al hotel en
el que me alojaba a las cinco de la mañana (siendo una boda que
comenzó a las doce)
No me queda nada más por decir.
¡Benditos los pueblos y los amigos que se hacen en ellos! Gracias María y Beñat
por dejarme compartir con vosotros ese día tan especial, no dudéis en que
seréis los primeros en mi futura lista de invitados. ¡Qué vivan los novios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario