Esos días en los que tienes
clase a las ocho de la mañana, esos días en los que te suena el despertador y
te planteas levantarte o dar media vuelta, esos días en los que cuando sales de
casa sigues viendo la luna y las farolas están encendidas, si esos días, se
hacen mucho más llevaderos con un buen café. No soy muy forofa de este mejunje,
prefiero el té, pero tengo que reconocer que, a esas horas, cuando algún compañero
entra en clase con su café en la mano, el mero olor me relaja. Y así, el otro
día se me ocurrió este post. Mientras la profesora explicaba los métodos de financiación
mediante deuda yo solo podía oler aquel rico aroma que me transportó a Berlín.
Siempre me ha encantado el
envase que ponen cuando pides bebida para llevar. No solo me parecía cómodo
sino también original. Es cierto que esta costumbre es más americana que nuestra.
Las revistas no paran de mostrar celebrities andando por las calles de NY con
su café de Starbucks en la mano. Sin embargo, a nosotros no nos gustan las
prisas, somos de tomar el café sentados y más si es en el desayuno, por eso, me
llama la atención que en nuestras ciudades no haya cafeterías “monas” en las
que disfrutar de un rato tan imprescindible como este. Una de las cosas que me
encantó de la capital alemana fueron esos rincones cómodos, alternativos, bien
decorados y acogedores donde desayunaban. Había uno en cada esquina y cada uno
de ellos te llamaba a entrar. No sé si por el frio que hacía o porque realmente
nos hicieron sentir como en casa, pero varios días son los que visitamos estos
espacios. Hoy con este post quiero mostraros uno de estos preciosos rincones:
Kaschk Kaffee
Un lugar con encanto propio
donde la gente conversaba de manera tranquila mientras cogía la taza de café
para calentarse las manos. Estaba situado en la Plaza de Rosa-Luxemburg y si me
permitís la recomendación, los croissants estaban de muerte (aunque sea una
especialidad francesa y no alemana). Lo bueno de estos locales, es que saben
reinventarse. Muchas veces me pregunto por qué no existen sitios tan acogedores
en ciudades como Pamplona (en Madrid y Barcelona hay mayor variedad). Y en Berlin,
entendí la respuesta, para que estas locales funcionen no pueden limitarse solo
a servir café por la mañana, tienen que renovarse a lo largo del día. Su método
era sencillo: cafetería hasta pasada media tarde, con variedad de tentempiés dulces
y salados, coctelería y bar por las noches y sobre todo ser un punto de reunión.
En una parte del establecimiento tenían una zona llamada galería, ahí había exposiciones,
quedadas literarias, conciertos y demás eventos. Ese era el punto fuerte del
Kaschk, esa era su esencia. Todo ello hacia que su ambiente fuera inmejorable,
que estuviese siempre lleno y que no solo el olor a café te hiciera entrar.
Mi propósito para este año es
poder encontrar un sitio así en el que escribir, disfrutar de buena música y de
un té verde. En el caso de ser así, seréis los primeros en saberlo. La moda no
solo está en la ropa, es también una forma de vida y espero encontrar un Kaschk
Kaffee pronto.
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