viernes, 19 de febrero de 2016

Kaschk Kaffee












Esos días en los que tienes clase a las ocho de la mañana, esos días en los que te suena el despertador y te planteas levantarte o dar media vuelta, esos días en los que cuando sales de casa sigues viendo la luna y las farolas están encendidas, si esos días, se hacen mucho más llevaderos con un buen café. No soy muy forofa de este mejunje, prefiero el té, pero tengo que reconocer que, a esas horas, cuando algún compañero entra en clase con su café en la mano, el mero olor me relaja. Y así, el otro día se me ocurrió este post. Mientras la profesora explicaba los métodos de financiación mediante deuda yo solo podía oler aquel rico aroma que me transportó a Berlín.
Siempre me ha encantado el envase que ponen cuando pides bebida para llevar. No solo me parecía cómodo sino también original. Es cierto que esta costumbre es más americana que nuestra. Las revistas no paran de mostrar celebrities andando por las calles de NY con su café de Starbucks en la mano. Sin embargo, a nosotros no nos gustan las prisas, somos de tomar el café sentados y más si es en el desayuno, por eso, me llama la atención que en nuestras ciudades no haya cafeterías “monas” en las que disfrutar de un rato tan imprescindible como este. Una de las cosas que me encantó de la capital alemana fueron esos rincones cómodos, alternativos, bien decorados y acogedores donde desayunaban. Había uno en cada esquina y cada uno de ellos te llamaba a entrar. No sé si por el frio que hacía o porque realmente nos hicieron sentir como en casa, pero varios días son los que visitamos estos espacios. Hoy con este post quiero mostraros uno de estos preciosos rincones: Kaschk Kaffee
Un lugar con encanto propio donde la gente conversaba de manera tranquila mientras cogía la taza de café para calentarse las manos. Estaba situado en la Plaza de Rosa-Luxemburg y si me permitís la recomendación, los croissants estaban de muerte (aunque sea una especialidad francesa y no alemana). Lo bueno de estos locales, es que saben reinventarse. Muchas veces me pregunto por qué no existen sitios tan acogedores en ciudades como Pamplona (en Madrid y Barcelona hay mayor variedad). Y en Berlin, entendí la respuesta, para que estas locales funcionen no pueden limitarse solo a servir café por la mañana, tienen que renovarse a lo largo del día. Su método era sencillo: cafetería hasta pasada media tarde, con variedad de tentempiés dulces y salados, coctelería y bar por las noches y sobre todo ser un punto de reunión. En una parte del establecimiento tenían una zona llamada galería, ahí había exposiciones, quedadas literarias, conciertos y demás eventos. Ese era el punto fuerte del Kaschk, esa era su esencia. Todo ello hacia que su ambiente fuera inmejorable, que estuviese siempre lleno y que no solo el olor a café te hiciera entrar.
Mi propósito para este año es poder encontrar un sitio así en el que escribir, disfrutar de buena música y de un té verde. En el caso de ser así, seréis los primeros en saberlo. La moda no solo está en la ropa, es también una forma de vida y espero encontrar un Kaschk Kaffee pronto. 

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