El perro, el mejor amigo del hombre. Los niños suplican a sus padres que les compren uno por su cumpleaño, que lo van a cuidar: sacar a pasear, bañarlo, darle sus respectivas pastillas antiparasitarias y llevarlo al veterinario cuando enferme. En el fondo, un perro es como un niño, hay que estar pendiente de el todos los días. Mi perro, un bichón maltés, se llama Coplero. Un nombre peculiar que mi padre me exigió a cambio de comprármelo ya que era una tradición familiar. Lo conseguí como medio de chantaje a causa de mi mudanza a Granada, y así llego "el cople"a mi vida.
Hoy, he decidido que lo conozcáis y que pose como el bien sabe delante de la cámara. Revoltoso, cariñoso, dormilón y el hermano pequeño que nunca tuve, esa sería la definición más apropiada de mi perro.
En las fotografías de este post, luzco unos pantalones de Armani. Son de color azul marino, poseen una franja blanca en los tobillos y en la cadera haciéndolos totalmente diferentes a cualquier pantalón que pueda tener. Han sido una de mis adquisiciones veraniegas y aunque al principio no me convencían, ahora no me los puedo quitar. La camiseta es de Liu*jo. Peculiar por su lazo en la parte inferior, por su dibujo con letras brillantes y por el lazo de la espalda. Por mucho que pase el tiempo siempre consigo combinarla con cualquier cosa.
Los zapatos son unas sandalias de tacón de Bimba&Lola al igual que el bolso. Ambas cosas son muy cómodas y sirven para cualquier ocasión.
Admito que Coplero ya no es un perro sino un miembro más de la familia. Juega con todo el mundo ya sean mis primos o mi abuela, siempre y cuando la recompensa sea unos cuantos mimos.