miércoles, 20 de julio de 2016

Foodie girl

Me encanta que se haya puesto de moda la tendencia foodie. Este nuevo concepto de ser todo un experto en comida, ir a los lugares mas chics de alimentos saludables y sobre todo, fotografiar aquello que te vas a comer antes de degustarlo, se me da muy bien. Si, lo reconozco ¡yo soy una foodie! Mis amigas cuando van a cenar conmigo, así como mis padres, ya tienen aprendida la lección: “no se toca hasta que la pesada esta no le haga una foto”. Muchos me decían que así no disfrutaba del plato que tenía delante, que estaba más pendiente de que la luz del restaurante fuera correcta para que los colores de los ingredientes fueran vistosos, que del propio sabor de la comida. Pero eso no es así, he sido, soy y seré una apasionada de la comida. Disfruto mucho realizando esta acción y también inmortalizándola. Hace poco, leí un estudio que había realizado una Universidad Norteamericana sobre “los foodies”. Su conclusión era que las personas que hacen una foto a aquello que se van a comer y la cuelgan en sus redes sociales, disfrutan más del plato que si no hubieran capturado ese instante. La verdad, que esto me tranquilizó, pensé que no era tan bicho raro como la gente consideraba.
Con mi traslado a Barcelona, he conseguido tener a “mi disposición” más tipos de bares, restaurantes, comidas, tendencias gastronómicas y tipos de actividades relacionadas con este tema. Como bien sabéis, soy adicta a las redes sociales, muchos lo llamaran postureo, yo lo llamo comunicación. Es cierto que a veces me tengo que contener, porque estaría todo el día subiendo fotos, pero “tampoco es plan”. Sin embargo, tengo que decir que gracias a ellas también he conocido muchos sitios gastronómicos que no hubiese podido degustar sin esta herramienta, ya que no habría conocido su existencia. Así llegue a un restaurante situado en pleno corazón de esta cosmopolita ciudad, donde no solo me gustó su comida sino también su estupenda decoración. Es cierto que cuando sales buscas que el producto sea de buena calidad, pero también que el entorno sea agradable. Y el ejemplo perfecto de esto es Gats Barcelona.
Disfruté de una velada inigualable. Es cierto que los platos no son muy grandes, pero si pedís al centro para picar, las raciones son las justas y suficientes (y lo dice una persona que suele comer por los ojos). El personal fue muy agradable y sobre todo, yo quedé encantada con la distribución del local y lo bien decorado que estaba.

Durante estas semanas que me quedan en Barcelona seguiré practicando este nuevo foodie hobbie. Ya tengo algunas propuestas en mente y acompañantes que puedan disfrutarlas conmigo, así que solo me queda decir, bon profit.














 

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